En el mes de junio, se publicó un artículo titulado “La muerte del movimiento maker ¡Que descanse en paz!” que hacía referencia a la quiebra de la influyente empresa Maker Media, organizadora de las populares ferias “Maker Faire” y responsable del web Makezine, referente del mundo maker.

El artículo aclara que la muerte se refiere a algunas de las expectativas iniciales que no se cumplieron: “Lo que se murió fueron muchas ideas que teníamos en la génesis. Una de las primeras es que las impresoras 3D cambiarían el mundo. No lo hicieron (o todavía no), más bien nos dimos cuenta que no son las impresoras, sino la gente que las usa quien cambia al mundo. Nos dimos cuenta que todavía no encontramos un modelo sostenible para un makerspace. Nos dimos cuenta que la educación Maker sola, no va solucionar los problemas en la escuela, sino será un apoyo para un modelo más holístico”.

Efectivamente, el movimiento Maker necesita madurar, ajustar sus expectativas y encontrar modelos de trabajo en escuelas y barrios que faciliten su inserción, en particular en la cultura escolar, más formal y menos transgresora que el espíritu del movimiento Maker.

Para las escuelas, necesita hallar mayor sintonía con el curriculum y que sea percibido como un apoyo por los docentes en sus asignaturas y no como un taller extra programático.

En nuestra experiencia en Costadigital, las propuestas Maker tienen mucho sentido en áreas como artes visuales y musicales, con actividades tales como la construcción de instalaciones artísticas interactivas, exploraciones con formas, colores y sonidos, e indagación en componentes sonoros para crear nuevos instrumentos musicales a bajo costo. En ciencias naturales, la cercanía con el curriculum es evidente, sin embargo, no se ha madurado la metodología de trabajo, específicamente el aprendizaje basado en proyectos interdisciplinarios (los objetos normalmente requieren de saberes de más de una asignatura) y las formas de evaluación del trabajo de los estudiantes (actividad muy contra-corriente para los makers).

En el caso de los barrios, la tarea es algo más fácil. Son espacios informales, cuyos participantes son voluntarios que buscan aprender sobre tecnologías, electrónica y programación física para desarrollar sus proyectos personales. La experiencia internacional muestra que la clave es la apertura de espacios y de formas de trabajo, que acojan estos proyectos personales o respondan a aspiraciones sentidas de una comunidad, como por ejemplo, el medio ambiente, la contaminación, tratamiento de aguas ante la sequía, ahorro energético y similares.

En resumen, el movimiento Maker no ha muerto, sigue ganando fuerzas, pero debe dar paso a una mayor madurez en sus propuestas, a mayor evidencia y menos opinión de sus logros en escuelas y barrios. Un camino posible es abordar los espacios Maker con un enfoque investigativo, indagar en sus impactos, medirlos y difundir.

Si quieres saber más del tema y de nuestro trabajo en este línea, visita nuestra página web dedicada al movimiento Maker. Podrás descargar fichas Paso a Paso para tu próximo proyecto: