Los clubes de robótica en barrios son versiones modernas de los talleres de artesanos y alfareros, –con sus maestros y aprendices–, que han existido en diferentes épocas y lugares. La diferencia radica en que se trabaja con tecnología en un clima de relaciones horizontales, de colaboración y disfrute al construir o inventar artefactos con otras personas. Adicionalmente, estos espacios son gratuitos, de libre acceso, donde todos aportan, participan y enseñan sus talentos, aprenden de otros y no se hacen diferencias de género, edad, nivel socio-económico, habilidades o capacidades. “Son esencialmente espacios de cohesión social, de conversación, de practicar la colaboración y de ejercitar la creatividad”, puntualiza Pedro Hepp, coordinador de la línea de robótica de Costadigital.