Recientemente un estudio realizado por investigadores de 8 países entre los años 2015 y 2018, relevó interesante información respecto de las actividades mediáticas que los jóvenes de diferentes contextos sociales, geográficos y educativos realizan utilizando tecnologías. El proyecto Transmedia Literacy [1] parte de un supuesto que es el que los adolescentes están haciendo muchas cosas con los medios y se sabe muy poco respecto de esos conocimientos y actividades.

El estudio arrojó un mapa de 44 competencias principales y 190 específicas de las habilidades que los jóvenes aplican en sus actividades mediáticas, mostrando una variedad muy amplia que va desde producción escrita hasta audiovisual, pasando por la creación, edición y distribución de audios, imágenes, videos entre otros. Ahora bien, no todos los jóvenes muestran un desempeño similar, y se evidencia una variada distribución de comportamientos, actitudes y capacidades para diferentes tipos de situaciones.


El estudio plantea que el concepto de “nativos digitales”, más que ser útil ha sido una distracción para comprender los desafíos que enfrentan los jóvenes en un mundo interconectado, por lo cual los clasifica en: los usuarios casual, aspiracionales y expertos. En el primer caso se trata de jóvenes que realizan un uso simple y espontáneo de los instrumentos de creación y distribución de contenidos (sobre todo fotos y, en menor medida, vídeos).

Los aspiracionales manejan un registro de contenidos más amplio (textos escritos, fotos, vídeos, dibujos, etc.) y planifican hasta cierto punto sus actividades mediáticas. Los jóvenes expertos son prosumidores que planifican con detalle sus estrategias de producción y distribución mediática y le dan mucha relevancia al desarrollo narrativo, por medio del cual expresan su conocimiento enciclopédico de los mundos narrativos.

Una conclusión central del estudio es que todos estos conocimientos se adquieren casi siempre fuera de la escuela, en entornos informales de aprendizaje, utilizando estrategias de aprendizaje como el aprender haciendo, aprender jugando o la resolución de problema, sin embargo, lo nuevo es que esas estrategias se desarrollan ahora en las redes digitales.

En ese contexto, YouTube es hoy uno de los espacios de aprendizaje informal más importantes y ocupa un lugar central en el consumo mediático de contenidos y, a veces, de producción. YouTube se ha convertido es la gran escuela “a distancia” de las nuevas generaciones; incluso para muchos funciona como motor de búsqueda.

La aparición de estos nuevos espacios de aprendizaje plantea a la educación formal un importante desafío: conocerlas e incorporarlas dentro del trabajo en el aula, dada la cada vez mayor importancia y papel que juegan en la educación de las futuras generaciones.

Para los docentes la respuesta para el conocimiento de estas nuevas herramientas digitales y plataformas y su incorporación en las prácticas pedagógicas quizás no esté en un curso de capacitación o taller impartido por alguna institución de educación superior, sino que al interior de su propia aula, sentado en un rincón, mirando la pantalla interactiva de su teléfono móvil, esperando por una invitación a ser protagonista de su propio aprendizaje.

[1] Disponible en https://transmedialiteracy.org/